El encanto de cualquier noche de baile empieza pronto, después del mediodía. Cuando las mujeres se arreglan y los hombres se anudan las pajaritas, es la señal de que una noche de ensueño va a comenzar. En los preliminares, se empieza brindando con cava, antes de ponerse en camino a la sala de baile para vivir una experiencia única.
Cuando se hace entrada en el salón, según la entrada que se haya adquirido es posible tomar asiento cómodamente o mezclarse con los demás asistentes que han acudido al evento. A partir de entonces puede presenciarse el ceremonial más importante de los bailes tradicionales, conocido como Enizug des Jungdamen– und Jungherrkomitees, cuando las parejas formadas por hombres y mujeres desfilan de forma circular por toda la sala, tomados de la mano, al ritmo casi hipnótico de la música. En cuanto el maestro de danzas exclama Alles Walzer ––¡Todos al vals!––, todo el mundo está invitado a ocupar el centro del salón y baila en compás de tres por cuatro o se mueve en las salas secundarias al ritmo que marcan los altavoces.
Durante las pausas del baile se puede circular libremente por las distintas salas del edificio, tomar algo en el bufé o en el bar, porque, casi sin darse cuenta, empieza la representación de medianoche, que suele incluir música o espectáculos.